Fred Karlin
Estados Unidos (1936 - 2004)
Compositor de cine y TV, Karlin dejó un legado de melodías memorables y aprendizaje profundo sobre cómo contar historias con música.
Su historia comenzó con una trompeta en mano, a los 14 años, ya impregnado del jazz de la época. Estudió composición de jazz y se graduó cum laude en Amherst College, donde su tesis fue nada menos que un Cuarteto de Cuerda número 2. Esa formación le dio una amplitud estilística.
Tras graduarse, se instaló en Nueva York en 1958, donde se ganó la vida componiendo y arreglando para bandas legendarias: Benny Goodman, Harry James, Chubby Jackson… además de trabajar para Radio City Music Hall, documentales y anuncios. En 1962, sorprendió con una banda sonora para Peanuts en Columbia, usando exclusivamente instrumentos infantiles y juguetes.
Su primer gran encargo cinematográfico fue ‘Contra corriente’ (1967), apoyado por el productor Alan J. Pakula, y luego se instaló en Los Ángeles en 1969 para impulsar su carrera.
Su catálogo es una lista interminable de obras importantes:
- ‘Amantes y otros extraños’ (1970). Escribió “For All We Know”, que ganó el Oscar a la Mejor Canción Original (1971) y se convirtió en éxito gracias a The Carpenters.
- ‘El cuco estéril’ (1969). Con “Come Saturday Morning”, logró una nominación al Oscar y fue un hit para The Sandpipers.
- ‘Un bebé para mi esposa’ (1970) y ‘La pequeña arca’ (1972). Más nominaciones al Oscar por canciones y adaptaciones.
- ‘Almas de metal’ (1973). Gran orquestación para ciencia-ficción.
- En TV, su música para ‘The Autobiography of Miss Jane Pittman’ le valió un Emmy en 1974. También compuso para ‘Minstrel Man’ (1977), que le dio un NAACP Image Award.
Karlin fue un camaleón sonoro: dominaba jazz, blues, clásica, rock, incluso música medieval. Su lenguaje oscilaba entre lo sinfónico y lo atmosférico, a menudo mezclando instrumentos poco convencionales, voces corales, tonos folk o sonidos urbanos. En Westworld, por ejemplo, su mezcla de géneros y texturas electrónicas-orquestales ayudó a construir ese mundo ambiguo y perturbador. Se adaptaba a lo que la historia necesitara, y su sello era siempre reconocible: emocional, claro y… sorprendente.
Su labor fue reconocida en múltiples frentes, desde cine hasta TV e incluso presencia académica: formó parte del consejo de la Academia y de sociedades de compositores.
Karlin no se limitó a bandas sonoras. También escribió para el concierto: obras como Reflections (1993) y The Peace Seeker (1998) mezclaban jazz y clásica. Fue autor de textos fundamentales: On the Track (1990), Listening to Movies (1994) y 100 Great Film Scores (póstumo, 2005). Además, dirigió y produjo el documental sobre Jerry Goldsmith en 1995, y enseñó en prestigiosas instituciones como USC o UCSB. Al final de su carrera el compositor había escrito más de 30 bandas sonoras para el cine y más de 100 para la TV.
Karlin fue esa figura que abre puertas: su música sigue susurrando en los estudios de composición de hoy. Libros como On the Track son texto de referencia para nuevas generaciones. Ramin Djawadi, el compositor de la serie Westworld moderna, incluso rindió homenaje a sus leitmotivs originales. Su estilo ecléctico, adaptable y emocional ha inspirado a muchos: fue un puente entre géneros y una brújula para contar emociones con sonido.