Jonathan Tunick
Estados Unidos (1938)
Jonathan Tunick pertenece a una generación que han hecho de la música un arte convirtiendo las notas en emociones. Aunque en esta ocasión daremos más atención a su faceta de compositor a través de la banda sonora ‘Amor sin fin’ (1981) Tunick ha sido un maestro de la orquestación cuya firma musical ha dado forma a partituras importantes de la música de cine y del teatro.
Tunick creció en un ambiente impregnado de música. De niño, el clarinete fue su primer amor, pero su curiosidad lo llevó pronto al piano, y de ahí al mundo de la orquestación. Desde temprano, mostró una sensibilidad especial para las texturas orquestales, fascinado no solo por las melodías, sino por cómo se construyen desde adentro.
Tunick se graduó de Oberlin Conservatory of Music, donde comenzó a estudiar composición formalmente. Más tarde, se perfeccionó en la Juilliard School, uno de los centros musicales más exigentes del mundo. Allí, aprendió a dominar no solo la escritura musical, sino el arte de vestir cada partitura con su traje sonoro ideal. Su formación le dio herramientas clásicas, pero su oído siempre apuntó también hacia el jazz, el musical y la música popular estadounidense.
Su entrada al mundo de la música de cine fue gradual, a través de arreglos y colaboraciones para televisión y pequeñas producciones. Sin embargo, su gran oportunidad vino en los años 70, cuando fue llamado a orquestar y componer para películas como ‘El misterio de las 12 sillas’ (1970) y ‘Sillas de montar calientes’ (1974), de Mel Brooks. Su capacidad para entender el tono dramático y humorístico a la vez lo convirtió en un colaborador invaluable para directores que buscaban más que una simple música de fondo. Otros trabajos muy destacados fueron; ‘El jovencito Frankenstein’ (1974) y ‘Pequeña música nocturna’ (1977) por la que ganó el Oscar a Mejor Orquestación.
Aunque su obra en el cine es menos extensa que en el teatro, cada partitura suya se distingue por un cuidado minucioso en la elección instrumental y un equilibrio entre emoción y sofisticación.



El nombre de Jonathan Tunick es inseparable del teatro musical, en particular de la obra de Stephen Sondheim, con quien forjó una de las alianzas artísticas más fructíferas del siglo XX. Orquestó casi todas las producciones importantes de Sondheim.
Además, ha escrito obras sinfónicas y arreglos para orquestas de concierto, manteniendo viva su conexión con la música clásica. Ha colaborado con artistas como Judy Collins, Barbra Streisand y Itzhak Perlman, mostrando su versatilidad en géneros que van del folk al pop.
Tunick se convirtió en uno de los pocos artistas en la historia en alcanzar el codiciado estatus EGOT (Emmy, Grammy, Oscar y Tony), una distinción que subraya su impacto multifacético en la industria.
Tunick es célebre por su precisión orquestal, su sensibilidad para los timbres y su habilidad para equilibrar complejidad armónica con claridad melódica. Suele construir capas de sonido que evolucionan con la acción, y tiene una predilección por usar maderas y cuerdas para dibujar paisajes emocionales sutiles.
Jonathan Tunick no solo ha dejado huella como compositor, sino como intérprete del alma ajena: el que escucha lo que otro escribe y lo convierte en algo aún más grande. En un mundo donde muchas veces se celebra solo al autor de las notas, Tunick nos recuerda la importancia de cómo suenan esas notas. Su trabajo ha dado forma al sonido del teatro moderno y ha influido a generaciones de compositores y orquestadores que buscan ese equilibrio entre arte y artesanía.
Amor sin fin (1981)
Drama romántico que narra la historia de una pasión juvenil llevada hasta el límite. David Axelrod (Martin Hewitt) es un adolescente sensible e idealista que se enamora profundamente de Jade Butterfield (Brooke Shields), una joven de clase alta que vive protegida por una familia liberal y bohemia. Su romance pronto se vuelve obsesivo e incontrolable.
Lo que comienza como un idilio inocente se transforma en una relación devoradora, que alarma a los padres de Jade. En un intento desesperado por mantener su vínculo, David comete un acto impulsivo: incendiar la casa de los Butterfield, convencido de que eso le devolverá el acceso a su amada. El suceso cambia sus vidas para siempre, separándolos y desencadenando una cadena de consecuencias emocionales, legales y psicológicas que marcarán su existencia.
Jonathan Tunick, tejió una banda sonora profundamente sensible, complementada, aunque un poco eclipsada, por la célebre canción con el mismo título que interpretan para la película Lionel Richie y Diana Ross (la canción obtendría una nominación al Óscar a la mejor canción).
La banda sonora se enmarca dentro del drama romántico sinfónico, con una fuerte carga clásica y lírica, muy en sintonía con el estilo visual y narrativo de su director; Zeffirelli. Un estilo elegante y melancólico, donde la música respira con los personajes.
Tunick emplea una orquesta tradicional, con un uso destacado de cuerdas suaves, piano lírico, flautas solistas y oboes, elementos que ayudan a construir un mundo emocional íntimo. Las cuerdas largas y sostenidas son utilizadas como un reflejo de la pasión que se estira más allá de los límites sociales y psicológicos de los protagonistas. Los timbres cálidos crean una atmósfera casi de ensueño, en la que la música parece flotar, incluso cuando la historia se hunde.

A lo largo de la partitura, Tunick introduce varios motivos musicales recurrentes. El más importante es el tema del amor trágico, una melodía melancólica que se transforma conforme avanza la historia: al principio, es suave y esperanzadora; luego, se torna obsesiva y, finalmente, resignada. Hay también un motivo secundario asociado con la ruptura familiar, tratado con un enfoque más sombrío, casi minimalista, que contrasta con la plenitud romántica del tema central.
La música de Tunick actúa como un narrador invisible. Refuerza el carácter casi mítico del romance entre David y Jade, subrayando su intensidad, pero también su naturaleza autodestructiva. En muchos pasajes, la música anticipa el destino de los personajes: donde el guion sugiere esperanza, Tunick deja entrever la tragedia. Esta sutil contradicción es uno de los grandes logros de la partitura.
A diferencia de otros dramas de la época donde la música se utilizaba de forma más decorativa, en ‘Amor sin fin’ la banda sonora es sutil y constante: no busca acentuar los momentos evidentes, sino envolver los intersticios emocionales de los personajes. La sincronización entre música e imagen es precisa, casi teatral, en sintonía con el paso de Tunick como orquestador de Broadway.
En la banda sonora, Jonathan Tunick no solo compuso música: esculpió emociones. Su sensibilidad, su elegancia y su capacidad de subrayar sin estorbar demuestran por qué es un gran orquestador. Su trabajo aquí revela a un artista que entiende que el amor —como la música— no siempre necesita ser ruidoso para ser eterno.

Banda sonora
- Endless Love (Lionel Richie, Diana Ross) (4:27)
- Dreaming Of You (Diana Ross, Lionel Richie) (4:32)
- I Was Made For Lovin’ You (Kiss) (4:00)
- Dreamin (Cliff Richard) (3:38)
- Endless Love Theme (2:46)
- Dreaming Of You (4:45)
- Heart Song (1:43)
- David Goes To Jade’s House (3:36)
- Ann Sees David And Jade Making Love (3:33)
- David At The Institution (B. Shields, M. Hewitt, S. Knight) (4:29)
- Endless Love (Reprise) (Diana Ross, Lionel Richie) (4:29)
Departamento musical
El departamento musical estaba compuesto del siguiente equipo de personas, además de músicos solistas, músicos de la orquesta etc.
Director, orquestador y compositor | Jonathan Tunick |
Supervisor | Adam Fields |
Supervisor | Russ Regan |
Editor | Robert Takagi |
Trompeta | Malcolm McNab |
Músico | Sylvester Rivers |
Flauta | Louise Di Tullio |