La composición de ‘El bosque mágico de Tuck’ encaja dentro del estilo característico de William Ross, pero con matices particulares. Continúa la alianza creativa con el director Jay Russell iniciada en ‘My Dog Skip’ (1999), cuya música también era romántica y emotiva. Ross mismo explica que ‘Tuck Everlasting’ es una extensión de esa colaboración previa: ‘My Dog Skip’ era «una pieza de época, con una música muy romántica y emotiva»; para Tuck, Russell pidió mantener el romanticismo, pero añadir «un elemento de misticismo e intemporalidad», incorporando instrumentos de distintas partes del mundo. Así, el score refleja su sello – temas de amor conmovedores, orquestación clásica – pero amplía su paleta con arreglos más exóticos.

Con el paso de los años, la banda sonora de ‘El bosque mágico de Tuck’ ha quedado como un tesoro discreto pero entrañable dentro de la música de cine familiar. Sus temas principales son memorables por sí solos y transmiten una melancolía dulce: sólo escuchando la melodía de amor (sin imágenes) el oyente puede evocar el aura mágica del bosque y la ternura del primer amor eterno.

Esta obra ocupa un lugar especial en la carrera de Ross como ejemplo de su maestría melódica. El compositor confesó estar «muy complacido» con el resultado de este trabajo, deseando que el público lo disfrute tanto como él. Es una banda sonora que transmite calidez, nostalgia y asombro – un canto musical al amor y a la propia vida que bien merece ser escuchado y recordado.