La orquestación es refinada, sin sobrecargar. Se destaca el uso de cuerdas ligeras para los momentos románticos, piano para los instantes introspectivos, y vientos de madera (particularmente clarinetes y flautas) para dar agilidad a las escenas cómicas. En algunos pasajes más “hollywoodienses”, aparece una sección de metales suaves que imita el estilo de las bandas sonoras clásicas del cine dorado.

También se incorporan guitarras acústicas y percusiones suaves, que ayudan a fusionar el estilo sinfónico con una sonoridad más pop o moderna, acorde con los temas incluidos en el álbum, como “All the Love in the World” del grupo irlandés The Corrs, así como otros temas.

Howard construye un leitmotiv principal que representa la relación entre Eddie (John Cusack) y Kiki (Julia Roberts). Se trata de un tema melódico sencillo, pero emocionalmente resonante, que evoluciona a lo largo de la película. Al principio, suena tímido, casi escondido entre los acordes, pero a medida que los personajes redescubren su vínculo, el tema gana cuerpo, se orquesta con más fuerza y termina siendo un canto a la reconciliación y la autenticidad emocional.