Liza Minnelli
Estados Unidos (1946)
Liza Minnelli fue el brillo entre luces de neón y melodías de cine. No necesita presentación. Su sola mención evoca lentejuelas, notas sostenidas en el clímax de una canción, y la intensidad de una actuación que arrastra, ya sea en un cabaret de Berlín o un drama musical. Hija del Judy Garland y del director Vincente Minnelli, Liza parecía predestinada a vivir bajo el foco. Pero lo que hizo con esa herencia no fue solo continuar un legado, sino reinventarlo. En esta biografía, nos sumergiremos en su formación, su carrera cinematográfica y las canciones que marcaron la historia del cine gracias a su voz única.
Nacida en 1946, Liza Minnelli respiró arte desde la cuna. Su madre, Judy Garland, era ya una estrella consolidada; su padre, un director que redefinió el musical clásico con obras como ‘Un americano en París’ (1951). Pero Liza no se apoyó únicamente en sus genes: estudió actuación en el prestigioso High School of Performing Arts de Nueva York y luego danza, teatro y música en profundidad. Desde joven demostró una pasión voraz por el escenario, y aunque muchos creían que viviría siempre a la sombra de su madre, Liza encontró pronto su estilo.
Sus primeras apariciones fueron en televisión, e incluso como figurante en películas de su madre. Tenía talento, carisma… y una voz capaz de desgarrar al espectador. Su primer papel importante en cine llegó en ‘El cuco estéril’ (1969), donde interpretó a una joven emocionalmente inestable. La actuación le valió su primera nominación al Óscar.
Más que cantar canciones, Liza las cuenta, las vive, las interpreta. No ha sido una estrella decorativa, ni una réplica de su madre. Ha sido una mujer con garra, con altibajos, con luces y sombras. Su presencia en el cine musical trajo un cambio de paradigma: mujeres más reales, más viscerales, más imperfectas. Fue capaz de combinar la vulnerabilidad con la fuerza y la excentricidad con la elegancia.
Nunca fue simplemente una cantante o una actriz: fue una intérprete total. Pocas pueden cantar, llorar, reír y conmover como lo hace Liza. En el gran escenario del cine musical, ella no es solo parte del reparto. Es una de las protagonistas. Y cada vez que suenan las primeras notas de “Cabaret”, el telón vuelve a abrirse para recordarnos que el show —con Liza Minnelli— siempre debe continuar.

El brillo entre luces de neón
En 1972 el universo pareció alinearse y entregarle a Liza un papel hecho a su medida: ‘Cabaret’. En un papel deslumbrante Minnelli no solo la interpretó: la encarnó. La película ganó ocho premios Óscar, incluido el de Mejor Actriz para Minnelli. Su interpretación redefinió el arquetipo femenino en los musicales. Era una mujer compleja, capaz de ser radiante y trágica al mismo tiempo.
Tras Cabaret, trabajó en un documental: ‘Liza with a Z’ (1972), y ‘New York, New York’ (1977), donde compartió pantalla con Robert De Niro bajo la dirección de Martin Scorsese. Su interpretación del tema principal —»Theme from New York, New York»— quedó grabada en la memoria colectiva, incluso antes de que Sinatra la inmortalizara. En los años 80, Liza también brilló en comedias como ‘Arthur, el soltero de oro’ (1981), donde mostró su habilidad para la comedia romántica.
Si hablamos de Liza Minnelli en el cine, debemos hablar de sus canciones. ‘Maybe This Time’, en ‘Cabaret’ (1972), no fue originalmente escrita para la película, pero su interpretación la hizo canónica. Con una contención emocional impecable, Minnelli la canta como si fuera la última vez.
Por supuesto, está ‘Cabaret’, el número final que condensa todo el espíritu del personaje y de la película: la negación alegre ante el caos, la esperanza disfrazada de maquillaje. Minnelli convirtió ese número en una firma, y cada interpretación suya es distinta, emocionalmente rica, viva.
En ‘New York, New York’ (1977), su interpretación del tema homónimo no tiene nada que envidiar a la versión posterior de Sinatra. Cada nota parece decir: no me voy a rendir, aunque me cueste el alma.


New York, New York (1977)
La banda sonora de ‘New York, New York’, compuesta por John Kander con letras de Fred Ebb, es una fusión brillante de jazz clásico, big band y musical teatral, que acompaña con intensidad la turbulenta historia entre una cantante y un saxofonista en la posguerra.
Su tema principal, convertido en himno universal gracias a la interpretación posterior de Frank Sinatra, capta la ambición, la melancolía y el espíritu vibrante de la ciudad de Nueva York.
Con arreglos exuberantes y un uso dramático de la música dentro del relato, esta partitura se destaca no solo como acompañamiento sonoro, sino como auténtico motor narrativo.